Durante toda la historia de la humanidad han existido personas que se han arruinado por su incapacidad de abandonar su afición a los juegos de azar. Hoy hablamos de ludopatía, ludópatas o jugadores patológicos para referirnos a aquellos que mantienen la conducta de jugar (habitualmente apostando) de forma tan persistente y recurrente que acaban alterando su vida personal, familiar o profesional. La mayoría de los ludópatas están “enganchados” a las tragaperras, pero también existen muchos con dificultad para controlar sus apuestas en el bingo, en las quinielas, la lotería, el casino, etc. Así mismo, algunas personas (sobre todo adolescentes y jóvenes) pasan muchas horas jugando con máquinas que no son de apuestas y que también pueden llegar a crear dependencias inconvenientes para su normal desarrollo.
Es muy habitual que los ludópatas dediquen todo su tiempo de ocio al juego (y aun bastante de su tiempo de trabajo), descuidando otras aficiones, obligaciones familiares y hasta su cuidado personal. Incluso una vez gastado todo el dinero del que disponen siguen centrados en el juego, reviviendo los lances de las apuestas, planificando la próxima aventura de juego o, sobre todo, pensando en la forma de conseguir dinero para seguir jugando.
Muchos de los afectados por este problema, la ludopatía, afirman que buscan “excitación”, pero no tanto ganar dinero. Al aumentar las apuestas y magnificarse los riesgos consiguen producir y mantener niveles cada vez mayores de excitación. No obstante, aunque eso sea así en un primer momento, una vez que han perdido un dinero irremplazable o están al borde de la ruina, siguen jugando exclusivamente para tratar de recuperar lo perdido. También es verdad que muchos empezaron usando el juego como un medio para no pensar en sus problemas o para liberarse de la tristeza, culpas, abulia, alcoholismo, etc. Sin embargo, hay que advertir que, al cabo de un tiempo, es difícil que puedan librarse de su nueva afición pese a no sufrir ya los problemas por los que empezaron a jugar.
Bastantes ludópatas tienen simultáneamente problemas por abuso del alcohol, lo cual se suele explicar como consecuencia del deseo de librarse de sus sentimientos de culpa por el hecho de estar jugando o como un medio para justificar el “descontrol” que les lleva a apostar sin atender a las pérdidas.
Ludopatía, recaer a pesar de la la destrucción social, familiar y personal
A pesar de los intentos de los ludópata por dejar el juego, la mayoría vuelve a recaer y continúa jugando a pesar de la destrucción social, familiar y personal que acarrea el mantenimiento de esta conducta. Es más, el jugador se siente “vacío”, inquieto e irritable cuando no tiene posibilidad de apostar. Aunque durante determinadas temporadas muchos jugadores consiguen apartarse de las máquinas o de los bingos y casinos o de las salas de juego, lo más habitual es desarrollar la conducta de juego durante largos períodos de tiempo y recaer muchas veces.
La familia suele sufrir sobremanera las consecuencias de este problema pues el jugador acaba recurriendo a la mentira para explicar sus ausencias o la desaparición de dinero. En general, existe muy poca conciencia de tener un problema que escapa al propio control, por lo que se minimiza el tiempo que se dedica al juego. En esta misma senda, si la persona se queda sin dinero y sin crédito, pueden verse forzado a recurrir a la falsificación, el fraude, el robo o el abuso de confianza para obtener dinero.
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